viernes, 8 de marzo de 2013

Esclavitud en America.



Casi inmediatamente después del descubrimiento de América, muchos años antes que entre los europeos recién llegados comenzara a formarse la idea continental de las nuevas tierras descubiertas, se conocían apenas algunas islas del Caribe y unos pocos jirones de las playas continentales, en esos momentos llegaron los primeros esclavos negros al Nuevo Mundo.
La esclavitud era ya una institución social y económica conocida desde la antigüedad más remota. Había evolucionado partiendo de una forma posbélica de dominio a situaciones prémiales de dominio semieconómico, hasta llegar al dominio absoluto de un hombre por otro en el marco precapitalista de la sociedad de la baja Edad Media. Más que conocida, podremos decir que la institución, en la época de los grandes descubrimientos y de la iniciación de la expansión europea en el mundo. Es precisamente América la que da nueva forma y sentido a esta antiquísima forma de dominio del hombre por el hombre.
A pesar de que la antigüedad clásica la esclavitud había sido en varios momentos y lugares una forma sustancial de producción y un medio económico efectivo, la organización peculiar del alto medioevo pareció necesitar de esta forma de dominio y producción. Nunca desapareció, sin embargo, la tradición legal que la esclavitud había creado. En España encontramos en el siglo XIV, en el Código de las Siete Partidas, esta antigua tradición esclavista legal, herencia cultural románica, visigótica y arábiga.
Uno de los pilares de la expansión europea en el siglo XV fue la producción de metales preciosos y bienes exóticos basada en sistemas compulsivos de trabajo o simplemente en esclavos. En esos momentos, las dos potencias expansionistas por excelencia, Portugal y España, renovaban su experiencia esclavista, de tal manera que cuando llegaron a América existía un nuevo y poderoso interés por la esclavitud.
Las primeras experiencias colonialistas de España y Portugal tuvieron estrecha relación con el tráfico negrero, como que las Canarias y los Azores fueron una estación obligada entre la península y la costa africana atlántica. Verlinden ha señalado acertadamente la presencia de mano de obra negra en las plantaciones y trapiches azucareros de isla Madera en el siglo XV.
La población negra estaba construida por los esclavos capturados en las costas africanas y por sus descendientes, que no perdieron esa condición denigrante hasta muy avanzado el proceso independentista americano. El esclavo podía ser vendido, comprado y utilizado por su dueño, según la voluntad de este. Es sin duda, la más inhumana de las condicionasen que puede vivir una persona, porque supone la pérdida de algo tan propio como la libertad.
La introducción sistemática de mano de obra esclavizada obedeció a distintos factores: a la alarmante disminución del número de indios, a su inadaptación para ciertos trabajos y a la legislación protectora a favor de los indígenas

No hay comentarios:

Publicar un comentario